martes, 27 de agosto de 2019

El Idioma de los Espejos




El libro

Mi canto secreto. El recoveco más recóndito y enigmático de mi corazón. La curva más pronunciada y oculta de mi cerebro. 
Mi guarida. El ataúd donde entierro bajo llave los sentimientos y conmociones que más atormentan a este inestable servidor. 
Cada uno de los poros de mi cuerpo, de mi mundo. Donde ella se esconde. Donde ella sigue viviendo. 
«Tú escribiste la historia, yo sólo transcribo el cuento».




El autor

IVÁN BAENA GONZÁLEZ (Madrid, 1995) es un joven escritor que, sin prejuicios ni pretensiones, siente la imperante necesidad de llegar a conocerse a sí mismo por medio de la poesía.
Inicialmente se creía llamado por la ciencia, sin embargo, en el momento decisivo del tránsito de la enseñanza secundaria a la universitaria, decide optar por las letras y, entre éstas, consideró como más positiva, por el abanico de saberes ofrecidos, la Historia, graduándose en 2018 por la Universidad Complutense de Madrid.
El autor, metafórico e intenso a partes iguales, lejos de lo convencional, nos ofrece su primera obra en forma de libro, exquisita prosa poética que titula 'El idioma de los espejos'.




CHIADO BOOKS
Paseo de la Castellana 95, Planta 15ª,
Torre Europa, 28046 – Madrid
comercial@chiadobooks.es





Ficha Técnica

Título                                           El Idioma de los Espejos
Autor                                            Iván Baena González
Editorial                                    Chiado Books
Año                                                 2018
Edición                                        Primera
Colección                                  Placeres Poéticos
Género                                   Poesía
Encuadernación                 Rústica
Formato                                     19x11cm                
Páginas                                       74
ISBN                                              978-989-52-2872-0
Precio                                          9€



ENLACES:

EDITORIAL

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EL CORTE INGLÉS

domingo, 26 de noviembre de 2017

Los restos de un pecado

Las cartas que no escribí, los poemas que borré. Los llantos que aprendí, las sonrisas que olvidé.
Dejarte de querer era la idea. Pensarte cada día el resultado. Diferencias irreconciliables sobre la faz de tu cadera. Y en cada caricia los restos de un pecado.
Los versos que esbocé siguiendo tus lunares. El arte que escupía cada poro. Como volcanes de placer. Cuando mentía diciendo que yo no me enamoro.
¿Qué hiciste conmigo? Intento dormir y utilizo tus sueños de abrigo. Pero me consuela saber que me acuesto solo y que despierto soñando contigo.
Sé que no son horas de escribir. Que tuve todo el día para decirte que sin ti no quiero vivir. Pero hasta que no veo a la luna tiritar no asumo que temblar sin ti es otra forma de morir.
Me lees en otro libro. Tus ojos del mismo color que los míos. Mirándome en el espejo cada vez que quiero verme contigo.

Y era mentira. Que fueses a estar toda la vida conmigo. Cuando me susurrabas que salvaríamos el mundo. Cuando me susurrabas te necesito al oído. 

Photography by Fan Ho

lunes, 9 de octubre de 2017

La última noche

Viajando por el mapa de tu cuerpo. Aterrizando en cada continente, pasando cada noche en un país diferente. Comiéndome las venas, tus caminos. Cruzando tus mares, alternando mi destino. Atracando en cada cicatriz, infecciones sentimentales, bajo las nubes de abril.

Cada historia, cada caída. Y en cada poema la misma herida.

Navegando los ríos que distan mis males de tus abismos. Las cascadas de tu aliento. Y en tus montañas encuentro cobijo. Sin fronteras ni permisos. Ni tormentas, ni vacíos. Provocando terremotos desde el exilio. Y entre los puentes de tus piernas, cada día, se esconde este doliente forajido.

Sin avisar, vuelve a morir el sol. Vuelven silencios ensordecedores. Son tus miradas recitando entre sombras versos aterradores.

Y una vagabunda brisa, que evita tu risa, pone las condiciones.

Escaleras al cielo, distanciamiento progresivo. Un torniquete en el corazón y restos de mezcal por el pasillo. Pirámides de sudor que traducen el consuelo. Tortugas del placer arrastrando el duelo. Y una última súplica pronuncia el vuelo.

Que la lluvia no entiende de países. Que los prados hablan la misma lengua. Que en este lago, en este valle, ya tu presencia mengua.

¿Estaré por dentro vacío? Hace tiempo que mis letras no ruedan cuesta abajo hacia tus oídos. Por fuera sé que no, me he hecho mayor y tú ya te has ido.



domingo, 17 de septiembre de 2017

El camino

El polvo que levantan tus pisadas, no puedes dejarlo atrás. Te muestra el camino de vuelta. Por si las lágrimas del huracán borran su silueta. Nada te retiene aquí. Sabes que no regresarás. Siempre fuiste fiel a ti misma y aunque no vuelvas, en tus huellas, de reojo, te descubrirás.

Te fuiste sin despedirte. Tampoco tenías por qué hacerlo. Te prometí que no iría en tu busca, que no saldría a tu encuentro. Pero no sé en qué estaría pensando, sigo sin entenderlo.

Sólo me queda delirar profesándote feliz. Aunque sea en otro desierto, aunque sea en la distancia, aunque sea sin mí.

Sigue cabalgando. No mires atrás. Mi imaginación seguirá volando. Pero tu decidido caballo no te dejará retornar. Por mucho que te eche de menos, por mucho que encuentre en ti mi único hogar.

Nunca fui un buen jinete. Nunca supe conducir mis miedos. Eso te asustó y por eso decidiste huir sin ningún remordimiento. No te guardo rencor. Si pudiese controlar el frío y tu calor, no te estaría escribiendo, no estaría llorando, habría ido tras de ti asegurándome la salvación. Pero no interpretes en mis letras una rendición. Siempre tuve fe. Y aunque ahora vuelen los años, olvidarás los daños al escuchar esta canción.

Suelta la cuerda. No la lleves contigo. No la tenses más. Déjala por el camino. Sé valiente. Confía. Córtala si todavía no se ha partido. Ya me encargo yo de recogerla, ya intento yo pegar los trozos mientras escribo.

Tú sigue el olor de las estrellas, el ardor del Sol mientras puedas. No te pierdas en la noche oscura, aunque te veas desnuda y sientas que te duela. No estarás sola, podrás encontrarme en la arena. La que te acaricia el rostro cuando el viento sopla, la misma que a mí aún me quema. Que todavía sigo rendido en el camino.

En tu camino de vuelta. 

Vincent et le chat. Willy Ronis, 1955

domingo, 4 de junio de 2017

Dislexia emocional




Yo por un lado. Mi cabeza por otro. Tú en el centro. Que necesito escribir para que sea lo que no fue. Que necesito cambiar lo que llevo dentro. Dislexia emocional. Que todo era real, que todo era incierto.

Levantando universos de papel. Donde sea lo que no pudo ser. Esferas de ficción donde no sean amargos ni los guiños ni el café. Donde se conviertan en arte, en música, los gemidos y la desnudez.

Saltar de dimensión. Dejarme llevar por lo emocional, lo espiritual y la inspiración. Dejar atrás la realidad para volver a tu idealización.

Elecciones erróneas. Decisiones suicidas. Buscándonos en el final de los días. Entre los recuerdos, tus gestos y mis tonterías.



No te gires. No te des la vuelta. Ya quedó todo atrás. Mira hacia delante. Ya me verás. El mundo gira como un volante, la Tierra es redonda, si seguimos corriendo me encontrarás.

Supéralo. No hagas como yo. No me pienses cada día. No caves un hoyo por cada melodía. Perdónale. No le pongas mala cara a la vida. Ella no tiene la culpa. Un anochecer me dijiste que siempre sonreirías.

Es difícil pero eres fuerte. Parecerá imposible, has de ser paciente. Siempre fuiste fría, nunca mía, ni de este corazón latente.




Dinamismo. Explotación. Que no soy el mismo. Que sigo esperando tu adiós.

No suplico que te quedes. A mi lado ya no hay amor. Por favor, no me esperes. El futuro no será mejor.

Irrealidad fantasmagórica, las cenizas del exilio. Penetrando como flechas de acero que lanzan contra cuerdas de plata.

Que aprietan y ahogan. Que ruegan y abandonan. Que lloran pero no perdonan.

Idolatría como ciencia. Incurable desconfianza e indolencia. Inseguridades en la balanza. Que ceden del lado de la infelicidad y la desgracia.

Mordiendo sin dientes. De instinto profético, ejercicios de introspección y un halo poético.

Cortando el viento. Sin respiración. Sin aliento.

Joder, que los abrazos ya no duelen, que ya no dan miedo. Por favor, ayúdame. ¿Cómo vuelvo al pasado? ¿Cómo regreso al infierno?