domingo, 24 de enero de 2016

Extraña soledad


PERDIDO E INDEFENSO (PERO ENAMORADO)

Me disipé en la oscuridad. Ya no hay faro que ilumine mi sendero. Sin ti sólo soy un desorientado velero.

Traté de buscarte. En mi corazón me sumergí. De entre tanto recuerdo no logré salir.

Todas las memorias revividas. Y una cosa aprendida. Sin tu luz no hay túnel con salida.

Desubicado en el laberinto de mi cerebro. Subí sin ti, mi brújula. En busca de un último recuerdo.

Un jarro de agua fría brota por mis marrones ventanales. No estaban preparados para ver aquello. Sólo tú capaz de emanar estos manantiales.

“¿Dónde estás? Percibo tu olor”. “Deja de engañarte, hace tiempo que se fue”- contestó el dolor.

Mi boca sólo habla de ti. Todos nuestros momentos repito. Tú ya me habrás olvidado. Tú ya estarás con otro tipo.

No acostumbro a despertar lejos de ti. Los sueños contigo se esfumaron. Ya no consigo dormir.

El viento golpea por todas direcciones. Los días no conciben su amanecer. Y mientras la fría noche entristece mi apenado ser.

Ignoro malos pensamientos. Ya no hay quien ponga cordura. Al fin imperan los sentimientos. De nuevo, vuelta a la locura.

A mí dedico esta canción. ¡Que cada día es una oportunidad, no una obligación!

Dejé de luchar con fantasmas. Ya no prometo lo que no puedo cumplir. Como puedes observar, no paro de pensar en ti.
 
 
Nuestro amor será inmortal mientras siga vivo lo que escribo. Extraña soledad. Sin ti pero contigo.
 
El portaminas negro

miércoles, 13 de enero de 2016

Tercera parte de la Trilogía


Fin de la historia
 
Así es. Como lo oyes. Me dijo que no.

Más bien, fue un “lo siento, ahora soy yo la que no está preparada”. Insistiendo en que de modo alguno se trataba de una despechada decisión. Ciertamente no sabía lo que quería.

La chica de las cosas siempre claras no mintió. Nunca lo hace. Nunca lo hará.

Siendo sincero, no me lo esperaba. No me lo podía creer. Aquello sí fue una lección en toda regla y, obviamente, más que merecida.

Exacto, finalmente logré apartar mis miedos, mis obsesiones, mis prejuicios. Con coraje decidí volver a intentarlo. Pero el destino me frenaría los pies en seco. Y joder si me los frenó… tanto que la inercia me mandó hacia sus dulces labios. Pero claro, me volví a topar con la seria realidad. Dos veces en menos de un minuto. ¡Vaya tarde!

No obstante, esa noche no me iría de vacío. Qué va, ni mucho menos. Volví a verla sonreír. ¿Qué más podía pedir?

Aunque me rechazase cuanto consideró oportuno, mereció la pena.

Anduve uno de los pasos más valientes de mi corta vida. Por primera vez enterré todas las dudas en el cementerio de mi soledad. De nuevo, le esbocé aquella inspiradora sonrisa en el radiante rostro que la custodia.

Y ¡qué sonrisa! De las que de verdad enamoran. Y de eso algo entiendo, créeme.

Lo que ella no sabía es que aquella enamoradiza sonrisa escoltaba un enamorado corazón. Lo que ella no sabía es que en frente tenía a un hombre dispuesto a lo imposible por recuperar su amor. Lo que ella no sabía es que aquel ‘no’ escondía un rotundo ‘sí’.

Volveré con nuevas noticias…

O tal vez no. Eso ya sería otra trilogía.
 
 
 
(Parte 3)
 
 El portaminas negro

lunes, 4 de enero de 2016

Lágrimas en la vía


Cada estación, cada recuerdo

Sólo envidio a los que no nacieron todavía,

para ellos será lo que tú y yo creamos un día.

-Rafael Lechowski-

Deambulo por el viejo tranvía, tropiezo con una preciosa pareja, empiezo a comprender…

Pasan los segundos, los minutos, las horas… El tiempo vuela. Cambiamos de año y yo con la misma cobardía. Sin atreverme a dar el paso definitivo. Sin poder decirte lo que siento.

No avanzo. No me aclaro. “No quiero hacerla daño” -me repito continuamente excusando mi falta de valentía-.

Ya basta de eludir responsabilidades. Ya no convence ese motivo. Ya no sirve esa evasiva.

“Esta incapacidad me está derrotando”.

No es por ella, es por mí. No estoy preparado. Es mi infelicidad, no la suya.

Es miedo al dolor, a no haber aprendido de los errores, a volverme a enamorar.

Aprensión a un compromiso que durante tres años fue lo mejor de mí. Pavor a presenciar tu inmerecido sufrimiento. Pánico a que dependas de alguien como yo.

“¡Bah! No durarán para siempre” -me consuelo mientras contemplo por última vez a la joven pareja-.

El trayecto encarrila su desenlace, me aproximo a su domicilio. La inercia me lleva a bajarme en tu parada, la razón a subirme de nuevo, asimilando que en ti ya no está mi morada.

Te escribo en las estrellas. Tal vez viva en una oración. “¡Ojalá me leas!”

Al fin en mi escritorio. Mi portaminas llora esta rendición. Por nosotros suspira, una vez más, este solitario corazón.
 
 
Qué bonito es el amor y qué pronto se gasta.
Hoy soy feliz con poco, con mi tristeza me basta. RL
 
  
 -Parte 2-
 
El portaminas negro