lunes, 24 de octubre de 2016

Yo, tu circo



Ella y yo, su idealización y mi inspiración, encerrados, creando, en esta lluviosa habitación.

Rajando mis cicatrices para bañarme en el sufrimiento que provocan tus recuerdos. Y todo por componer. Ojalá supiese coser. 

Me dicen que es muy negro lo que escribo, yo les respondo que no concibo el amor de otro color.

Porque no imaginas lo que echo de menos volar por tu mirada. Cuánto anhelo ser el piloto que ameriza cada noche sobre tus lágrimas. Cuando era el avezado marinero que surcaba tus preciosos ojos cada madrugada.

Si hubiésemos creado aquel reloj que paraba el tiempo…

Cuando dejamos de querernos entre los pétalos para perdernos entre las espinas. Cuando decidiste mudarte de jardín. Cuando corrías detrás de otro capullo.

Y, entiéndelo, me sigo castigando.

Lo que antes me dolía se convirtió en mi única medicina. Lo que antes me curaba terminó siendo la más cruel de las pérdidas. 



Cansado del ron con lágrimas y ese sabor cada día más amargo. Cansado de mantener mi torpe corazón tambaleándose sobre el alambre como un inútil equilibrista. Cansado de hacer malabares para no acabar rendido en el barro. 

Verás cuando no pueda volver a subir. Verás cuando no queden tiritas. 

Un acróbata residiendo en la vena que unía nuestros corazones cuando me abrazabas. Con mi alma posada sobre las manos, con la esperanza entre los dedos. Yo, tu circo.

Como las cuerdas de este indefenso títere en tus expertas manos. A merced de tus caprichos. Como una marioneta cuando alcanzas mis raíces. 

El día que se me olvide hablar de ti, el día que no le recuerde a cada rincón de Madrid los abrazos que ahí me dabas, el día que mi portaminas no necesite escribirte cada segundo por última vez, ¡ese día! habré saltado, por fin, del trampolín. ¡Ese día! ¡Ese puto día! habré dejado atrás esta cómoda infelicidad. 

Un pasaje del terror en mi cerebro, una abandonada noria en mi corazón y tú mientras tanto disfrutando de las viejas atracciones de mi oxidado interior.

Fin del espectáculo. Terminó la función.

¿Mi último deseo? Al menos, una fuerte ovación.
                                                                  
Fdo.: Yo, tu circo.



El Portaminas Negro